« Dichas pinturas se descubren en 1955 mientras una religiosa limpiaba el coro del monasterio. Se trata de unas pinturas de la etapa de transición al gótico, datadas alrededor de la tercera década del S.XIV »
La iglesia de San Sebastián de los Caballeros se encuentra en torno al primer recinto amurallado de Toro. Es una zona céntrica próxima a la Plaza Mayor, a la cual se puede llegar a través del Arco del Postigo.
Fue parroquia al menos desde principios del S. XII hasta 1896. Su primera fábrica seria de ladrillo, de estilo románico-mudéjar, aunque a principios del S.XVI fue reconstruida por el trasmerano Juan Martínez de Revilla a expensas del famoso teólogo toresano Fray Diego de Deza, profesor de Salamanca, preceptor del príncipe don Juan, hijo de los RR.CC., Inquisidor General, Arzobispo de Sevilla y protector de Colón. Esta construcción gótica tardía destaca por la solidez, continencia ornamental y el predominio del macizo sobre el vano. La tribuna data de 1570 y su hermoso alfarje es obra de carpinteros locales. La torre fue acabada en 1573 por el cantero Antonio de Villafaña. Ya en época barroca sufrió un proceso de barroquización bastante mediocre que, sumado al abandono posterior en el S.XX, casi significa la ruina del conjunto.
En la década de 1970 el Estado decide restaurarla para albergar las pinturas murales procedentes del monasterio de Sta. Clara. Aparte de estas pinturas, su patrimonio quedó reducido al arte mueble. Se conserva el retablo mayor in situ.
El museo está formado por una única sala, que coincide con la nave de la iglesia. Ésta consta de capilla mayor, precedida de arco de triunfo agudo y sobre pilares y coro alto. También tiene una sencilla torre adosada al muro norte y la sacristía pospuesta a la cabecera. A los pies se levanta una hermosa tribuna con antepecho de balaustres torneados en arenisca sobre arco escarzado que arranca de pilares. El templo tiene tres puertas a norte sur y oeste pero la entrada al museo se realiza a través de la sacristía en la cara este.
La iglesia-museo de San Sebastián de los Caballeros expone las pinturas murales procedentes del monasterio de Santa Clara.
Las pinturas corresponden a la primera fase del gótico lineal o franco-gótico, que todavía no conoce la perspectiva. Aproximadamente, se realizaron en la tercera década del S.XIV. La composición es sólo de dos dimensiones y las trazas lineales, así como la caligrafía grácil y espontánea funcionan como esqueleto sustentante de los colores, formados con muchos matices y abundantes sombreados. Los frecuentes arrepentimientos hablan de la rapidez con la que se debió efectuar la obra. Se trata de una manifestación de la fe sencilla del pueblo cristiano medieval que aceptaba sin crítica la historia de los santos. Se inspiran en la leyenda áurea. De su autoría se habló del nombre de Teresa Diez, ya que este nombre aparece escrito en las pinturas, pero ésta debía ser la donante como indican los escudos heráldicos de la familia que también aparecen. Descartada entonces Teresa Diez, es posible que sean obra de Domingo Pérez, el pintor que se representa como criado de Sancho IV en la firma de la policromía de la Portada de la Majestad de la Colegiata de Toro. Nos consta de este autor que también efectuó unos murales en la catedral da Zamora.